FUNDACION MISIONERA SAN MIGUEL - TERMINEMOS EL PUENTE
   
 
  HOGAR SANTA MARTHA.
  DEJA TU COMENTARIO
  NECESIDADES
  CUIDAMOS NUESTROS ABUELOS
  CICLOVIA GUINNESS RECORDS
  TERMINEMOS EL PUENTE
Estudiantes deben cruzar el Río Tetuán en Ortega Tolima para llegar a clase, juntos terminaremos de construir el puente”.


Foto: Archivo / EL TIEMPO
Los niños de cinco veredas de Ortega (Tolima) tienen que cruzar un río todos los días para poder ir al colegio por la falta de un puente.
El mismo día que EL TIEMPO informó que no se le había cumplido a los niños de cinco veredas de Ortega (Tolima) Invías abrió el proceso para seleccionar al contratista.
La ingeniera Nilsa Pantoja, directora de la Red Terciaria del Instituto, explicó que no han sido negligentes con la obra sino que debían garantizar que esta fuera segura y cumpliera las condiciones de sismorresistencia que exige la ley. "Esperamos arrancar en un mes o 40 días", dijo la ingeniera.

Sobre la demora en el inicio de la obra, que según la promesa del ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego, debía estar lista en octubre, la funcionaria explicó que el Instituto no pudo aceptar ni el estudio ni las obras iniciales que entregó la alcaldía de Ortega, debido a que se asentaba en un estrato arenoso que no garantizaba la seguridad del puente.

"El Invías iba a hacer inicialmente un convenio con el municipio, pero no se pudo aceptar lo que ellos entregaban. Fue necesario hacer nuevos estudios, nuevos diseños y preparar el proceso de licitación. Ahora el Instituto sólo construirá el puente y esperamos arrancar obras en un mes o en 40 días", explicó la ingeniera.

El puente sobre el río Tetuán costará 482 millones de pesos, de los cuales el municipio aportará 60 millones de pesos. La obra permitirá que los alumnos puedan pasar por el viaducto para ir a sus escuelas sin atravesar el río a pie.
 
…Riesgo sobre el río Tetuán
 
Antes los niños atravesaban las corrientosas aguas para llegar al colegio. Hace dos años el ministro Uriel Gallego se comprometió a hacer un puente que se entregaría en seis meses.
______________________________
Olga Lucía Garzón Roa
*Nelson es un niño de 11 años, cursa sexto, y sueña con ser piloto de helicópteros cuando sea grande.
Este pequeño se levanta a las 3:30 de la mañana, desayuna a las 4:00. Cada día empaca sus cuadernos y libros en un morral viejo y deshilachado, lo hecha sobre su espalda y emprende una caminata de dos horas, desde su humilde casa en la vereda Nicolás Ramírez,  hasta llegar al sector del río Tetuán, que debe cruzar para llegar hasta el colegio en el municipio de Ortega.
Allí, además de encontrarse con las  corrientosas aguas del afluente, se topa con el mero esqueleto de un puente cuya obra inició en el año 2008, luego de que líderes indígenas denunciaron que los niños de 7 comunidades tenían que cruzar a pie, este caudaloso y corrientoso río, exponiéndose a ser arrastrados y a ahogarse. 
En ese momento, el mismo ministro de Transporte  Carlos Uriel Gallego se percató del problema y se comprometió a hacer un puente en un término de seis meses. Han pasado dos años y el problema continúa con un agravante: Aunque el puente inició, las obras se pararon hace cinco meses. 
Son las 6:00 de la mañana, y Nelson se da cuenta de que el río está corrientoso y  crecido. Se para donde comienza el proyecto de puente.  Mira hacia el otro lado y suspira.  No puede negar que siente miedo.
Sin embargo, con las agallas, el empuje y la seguridad de cualquier niño,  pone sus pies sobre los huecos del viaducto sin piso, y sus pequeñas manos sobre la superficie, encoge un poco los hombros, y con precaución comienza la peligrosa travesía.
¿Cada cuánto lo hace? Casi todos los días, responde *Nelson…
Diez minutos después está en el otro lado, sano y salvo. “Sin mirar para abajo porque a uno le da mareo” asegura. De ahí emprende su ida hasta el colegio. A la 1:00 del medio día, con el hambre acosándolo porque no ha vuelto a comer nada, repite la atrevida hazaña. A las 3:00 de la tarde, agotado, llega de nuevo a su casa. Solo hasta ese momento puede almorzar.
Como este estudiante de 11 años, son muchos los niños que por su deseo de salir adelante, desfilan por la estructura, con frecuencia.
“Ninguno se ha caído al río, pero a veces se nos caen los libros”, indica el infante.
El puente no es la única opción
A los que les da miedo cruzar el puente tienen otra opción. *Laila es otra estudiante, de 12 años, y vive en la vereda Gualú, una de las más lejanas del sector.
Una vez allí, se quita los zapatos con las suelas carcomidas, y las medias remendadas y los guarda entre su maletín tejido en lana. Alza sus cejas, acomoda sus libros sobre la cabeza y comienza a cruzar el río que cuando está corrientoso y caudaloso, la mueven para lado y lado.
“Me da miedo ese puente. Prefiero pasarme por el río, estoy acostumbrada”…
María Cabrera es una madre de tres niños y dice que  “Los chinos son muy porfiados y aunque les digan que no pasen por ahí, lo hacen porque allá no hay quien vigile o les impida …las madres sufrimos mucho”.
 
¿Una solución?
Hace dos semanas, cuando se acentuó  el invierno, el alcalde de Ortega,  Ángel María Monroy, contrató una canoa para que transporte a los niños que necesitan pasar para el colegio, porque las quejas de los padres de familia eran repetidas. Sin embargo, ésta tampoco ha sido una solución.
No todos los niños están utilizando la canoa porque a veces el riesgo es mayor.
“Hemos pedido una canoa grande en fibra de vidrio para mayor seguridad de los niños, porque son tan pequeñas y débiles que la corriente del agua la arrastra y trata de voltearse, lo que representa también peligro. Los estudiantes llegan al otro lado mojaditos”, afirma Alfonso Palma, un líder de la comunidad.
Los adultos también se arriesgan
Pero no solamente son los niños los que se benefician o se afectan con la situación actual del paso hacia Ortega. En la zona existen varias  comunidades: Vuelta del Río, Nicolás Ramírez, el resguardo de San Diego,  Santa Lucía, Taico, Balsilla, Guaipá y Gualú, que reúne  unas 2.500 personas.
Es una zona agrícola donde se cultiva principalmente maíz, sorgo, arroz plátano y yuca. Existe además la  ganadería, aves de corral y cerdos. Los jueves y domingos la gente necesita sacar además de estos productos, otros  que elaboran en casa para comercializar en el pueblo, como bizcochos, envueltos de maduro, chicha, arepas, insulsos, hojas de cachaco y el chibiló o envueltos de mazorca. En este caso, con este tipo de carga no pueden siquiera usar el puente, sino atravesar a pie el caudal. Si el río está crecido no pueden pasar y las cosas se pierden. 
 Román Gutiérrez, gobernador indígena dice que el puente ha sido una obra solicitada desde hace más de 30 años a los alcaldes, pero nunca hubo gestión al respecto. Fue solamente hace dos años cuando intervino el gobierno nacional. “Nuestros antepasados siempre se hacían la ilusión de verlo”  señala.  
Uno de los usuarios del puente es Gregorio Capera Ducuara, de 71 años de edad. “Como está crecido el río hay que pasar por el puente”.
Él dice que no tiene dinero para pagar todos los días el pasaje en la  canoa.
“Vale mil pesos, y ¿adónde va a dar uno? Tenemos la esperanza de que la empresa termine este trabajo porque nos ponemos en peligro” afirma.
Este simpático viejo, de sombrero pasa por encima del puente, con un equilibrio y una seguridad impresionantes.
Dice que él prefiere no mirar el río. “Al que no le sirve el cerebro mejor que no pase porque se cae” señala.
Otro problema lo expone  María Malambo quien dice que no se atrevería a cruzar por el puente roto, “A veces se enferma la gente y no se puede pasar…imagínese nosotros con un enfermo. No siempre está dispuesta la canoa”, manifiesta.
Solamente hasta el año 2008, el Ministerio de Transporte, la Alcaldía de Ortega y el Gobierno departamental se comprometieron a hacer el viaducto, pero hace cinco meses las obras quedaron paradas.
Según el alcalde del municipio, Ángel María Monroy, el Ministerio remitió la necesidad al Instituto Nacional de Vías (Invías) por tratarse de una vía terciaria. Una comisión de esa entidad hizo el peritaje y planteó la construcción del puente peatonal que costaba 482 millones de pesos, sin embargo las comunidades pidieron que sea vehicular, porque de esta forma no estaría solucionado el problema.
Invías explica la demora
Voceros del Instituto Nacional de Vías en Ibagué, manifestaron que se presentó retraso, porque luego de iniciadas las obras, se evidenció que la estructura requería reforzarse.
Dijo que a petición de la comunidad, el  puente tendrá mayor capacidad, y garantizó que será terminado antes del 15 de julio de este año.  
La comunidad espera que sean comenzadas las obras faltantes porque hasta ayer, 7 de mayo, aún no se comenzaban los trabajos y la situación era igual que hace dos años.
 
Pese a que llevan bolsas, muchas llegan con la ropa mojada al otro lado y tienen que cambiarse en el colegio.
Hace 12 años se cayó el puente y los jóvenes de 5 veredas tienen que cruzarlo a pie. Cuando se crece les cobran 500 pesos por pasarlos en canoa.
Unos 300 estudiantes de cinco veredas de Ortega (Tolima) tienen todos los días una preocupación para ir al colegio: la creciente del río Teután.

Los jóvenes de las veredas Vuelta del Río, Bocas del Tetuán, Nicolás Ramírez, San Diego y Balsillas deben cruzar a pie el río para ir al colegio Nicolás Ramírez , pues hace 12 años se cayó el puente y no lo han vuelto a levantar.

A Dilsa Cadena, una estudiante de último año de secundaria, casi la tapaba el río cuando empezó a estudiar. Ahora, ayuda a las niñas más pequeñas a cruzarlo.

Los que estudian en la jornada de la mañana deben levantarse a las 4, arreglarse rápido y salir rumbo a la orilla del río.

Si no está crecido, lo pasan caminado. Se quitan las medias y los zapatos. Los muchachos se ponen pantaloneta y las niñas apenas se recogen la falda del uniforme. Así, todos se enfrentan al agua.
Llevan bolsas para empacar los útiles y la ropa. A los más pequeños, a quienes el río tapa, les ayudan los más grandes.

Pese a sus esfuerzos, llegan al otro lado con la ropa mojada y así siguen para el colegio, pues tienen que entrar a clases a las 5:45 de la mañana.

Dilsa llega, regularmente, con sus medias y zapatos mojados. A otros se les mojan constantemente los cuadernos y a otro joven le toca escribir en hojas sueltas porque el río se llevó sus útiles.

"Esto es muy duro. Nos toca mojarnos todos los días. Así he pasado todo el bachillerato", exclama Arcadio Ducuara. Y Catherine agrega que toda la ropa se le moja y no tiene más para cambiarse.

El calvario es igual para los que estudian por la tarde, la única diferencia es que los jóvenes deben librar una carrera contrarreloj porque salen a las 6 y se les viene la noche encima en el camino.

Milady Topa, de 11 años, que tiene el rostro triste y la voz apagada, susurra: "siento miedo de pasar el río en la oscuridad".

Y cuando el Teután está crecido deben pasar en una vieja canoa, que les cobra 500 pesos a cada uno. Andrea Gutiérrez, cuenta que a veces sus compañeros no tienen esa plata para cruzar en la canoa. "Nos toca tirarnos acalorados al río y esto es muy peligroso", dice.

Los estudiantes vienen de familias pobres, que viven del cultivo de maíz y de plátano.

José Hernán Urueña, coordinador del colegio Nicolás Ramírez, comenta que a pesar de la circunstancia tan dolorosa los estudiantes tienen un buen rendimiento.

"Nunca les cerramos las puertas porque entendemos las grandes dificultades que atraviesan", dice.

El alcalde de Ortega, Ángel Monroy, cuenta que incluyó en el Plan de Desarrollo para este año una partida de 250 millones de pesos para un puente peatonal sobre el río Tetuán. La obra puede costar 400 millones de pesos y ya existen dos torres levantadas a cada lado.

Mientras la promesa se cumple, los estudiantes seguirán desafiando las aguas del Teután para ir a estudiar.


Hoy habia 1 visitantes (3 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis